En un contexto donde las tensiones comerciales entre México y Estados Unidos resurgen con la imposición de aranceles del 25% a vehículos fabricados en territorio mexicano, la industria automotriz enfrenta un desafío sin precedentes. Sin embargo, para algunas empresas, como Nissan Mexicana, esta coyuntura no solo representa un obstáculo, sino una invitación a innovar. La filial mexicana de la japonesa, líder en ventas locales por más de 15 años y uno de los mayores exportadores del país, ha confirmado que los aranceles abren “oportunidades adicionales” para redefinir su estrategia global. Con una producción anual que supera las 669,941 unidades y una red de exportación a 70 países, Nissan está en una posición única para transformar esta adversidad en una ventaja competitiva. Este artículo explora cómo la compañía está replanteando su modelo de negocio, desde la diversificación de mercados hasta la optimización de su cadena de valor, para mantener su liderazgo en un escenario económico complejo.
El primer pilar de la estrategia de Nissan radica en ampliar su presencia en mercados internacionales más allá de Estados Unidos. Si bien el país del norte absorbe el 48% de sus exportaciones mexicanas (aproximadamente 320,000 unidades en 2024), la compañía ya cuenta con una red consolidada en regiones como Europa, Asia-Pacífico y América Latina. Modelos como la pickup Frontier NP300, fabricada en la planta CIVAC, tienen una demanda creciente en mercados emergentes donde los vehículos utilitarios son clave. Por ejemplo, países como Chile, Colombia y Australia han mostrado un apetito por vehículos robustos adaptados a terrenos difíciles, un nicho que Nissan podría explotar con mayor intensidad.
Además, la inversión de $1,000 millones de dólares en Aguascalientes para la producción de la Nissan Kicks originalmente pensada para competir en el segmento de SUV subcompactas en EE.UU. podría dirigirse hacia mercados donde este tipo de vehículos ganan popularidad. Brasil, India y el Sudeste Asiático son candidatos ideales, dada su preferencia por autos compactos, eficientes en combustible y con tecnología accesible. La flexibilidad de las plantas mexicanas, capaces de manufacturar múltiples modelos en una misma línea, facilitará esta transición sin requerir inversiones adicionales masivas.
México no solo es la base de producción de Nissan, sino su principal mercado de ventas. En 2024, el 52% de los autos fabricados en el país se destinaron al consumo local o a otros destinos fuera de EE.UU., un porcentaje que podría incrementarse. La compañía ha dominado el mercado mexicano gracias a modelos como el Versa y la Kicks, que combinan precios accesibles con tecnología de conectividad y seguridad. Para mitigar el impacto de los aranceles, Nissan podría intensificar campañas de fidelización, ampliar planes de financiamiento y potenciar su red de concesionarios en zonas suburbanas y rurales, donde la penetración de vehículos nuevos aún tiene margen de crecimiento.
América Latina también emerge como un destino prioritario. Aunque países como Argentina y Venezuela enfrentan volatilidad económica, mercados como Perú, Ecuador y República Dominicana presentan estabilidad y una clase media en expansión. Adaptar modelos a requisitos específicos como motores flexfuel para Brasil o sistemas de suspensión reforzada para caminos irregulares permitiría a Nissan consolidarse como la marca preferida en la región.
Las cuatro plantas de Nissan en México (Aguascalientes 1 y 2, CIVAC y COMPASS) son un activo estratégico. Cada una tiene capacidades distintas: mientras Aguascalientes se especializa en vehículos compactos y SUV urbanos, COMPASS —operada en alianza con Infiniti y Mercedes-Benz fabrica modelos premium como la GLB y la QX55, destinados a mercados de alto poder adquisitivo. Ante los aranceles, la compañía podría redistribuir la producción para maximizar la eficiencia. Por ejemplo, trasladar parte de la manufactura del Sentra cuyas ventas en EE.UU. alcanzaron 152,659 unidades en 2024 a plantas en Estados Unidos, mientras las instalaciones mexicanas incrementan la producción de modelos premium o utilitarios para otros países.
Además, Nissan podría acelerar la adopción de tecnologías Industria 4.0 en sus plantas, como la automatización de líneas de ensamblaje y el uso de inteligencia artificial para predecir demandas de mercados específicos. Esto reduciría costos operativos y mejoraría la capacidad de respuesta ante fluctuaciones comerciales.
El joint venture COMPASS con Infiniti y Mercedes-Benz no sólo diversifica la cartera de Nissan, sino que abre puertas a nuevos canales de distribución. Por ejemplo, los vehículos premium fabricados en México podrían comercializarse bajo las redes globales de Mercedes-Benz en Europa o Asia, evitando así depender exclusivamente de EE.UU. Asimismo, la colaboración tecnológica entre estas marcas como motores híbridos o plataformas modulares permitiría reducir costos y acelerar el lanzamiento de vehículos electrificados, una tendencia imparable en la industria.
El diseño centrado en la globalización será clave. La Nissan Kicks, pensada inicialmente para competir en EE.UU., podría reconvertirse para mercados con necesidades similares: jóvenes urbanos en Europa o familias en Medio Oriente que buscan SUV compactas. Asimismo, la marca podría potenciar su oferta de vehículos eléctricos, como el Nissan Leaf, en países con incentivos fiscales a la movilidad sostenible, como Noruega o Costa Rica.
La planta CIVAC, especializada en pickups, también tiene potencial para innovar. Incluir versiones híbridas de la Frontier NP300 no solo reduciría su huella ambiental, sino que cumpliría con regulaciones más estrictas en la Unión Europea.
Nissan no actuará en solitario. La compañía forma parte de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), un actor clave para negociar con el gobierno mexicano medidas que mitiguen el impacto de los aranceles, como créditos fiscales a la exportación o acuerdos bilaterales con otros países. Además, la integración de México en tratados como el T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) y la Alianza del Pacífico ofrece rutas alternas para mantener la competitividad.
Los aranceles estadounidenses, aunque disruptivos, han catalizado una reinvención estratégica en Nissan Mexicana. Al aprovechar su capacidad manufacturera, su liderazgo en el mercado local y su visión global, la compañía no solo está sorteando una crisis, sino construyendo un modelo más robusto y diversificado. En un mundo donde la incertidumbre comercial es la nueva normalidad, la habilidad para adaptarse define a los ganadores. Nissan, con su historia de innovación y su arraigo en México, demuestra que incluso los desafíos más complejos pueden convertirse en trampolines hacia el futuro. Como bien señala su vocero: “Mantenemos la expectativa de que las partes lleguen a un acuerdo, pero mientras tanto, seguiremos explorando oportunidades que fortalezcan nuestra operación”. Y en esa exploración, México sigue siendo el corazón de un gigante automotriz listo para acelerar hacia nuevos horizontes.
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