La noticia resonó con fuerza en el ecosistema automotriz mexicano: Michelin, el gigante francés de neumáticos, cerrará su planta en Querétaro a finales de 2025. Para muchos, la palabra "cierre" evoca imágenes de despidos masivos y desinversión. Pero detrás de este movimiento hay una narrativa más compleja (y esperanzadora) sobre adaptación industrial, reinvención estratégica y lealtad a un territorio que sigue siendo clave para su futuro. Con 480 empleos afectados pero su sede corporativa y centro de servicios compartidos intactos, Michelin no se despide de México; está redefiniendo su presencia en la Cuarta Revolución Industrial.
La planta queretana, inaugurada en 2002 como la primera de Michelin en México, enfrentó una realidad incómoda: su tecnología no podía fabricar llantas de más de 18 pulgadas, el estándar que hoy demanda el 70% del mercado global (S&P Global Mobility, 2024). Mientras SUV eléctricas como la Tesla Model Y o la Ford Mustang Mach-E exigen neumáticos de 20" o más, la fábrica producía menos de medio millón de unidades anuales de la línea BFGoodrich para autos compactos.
Este desfase técnico refleja un dolor profundo en la industria: la obsolescencia acelerada de infraestructuras. Adaptar la planta requeriría inversiones de USD 150 millones (según estimados de Fitch Solutions), una cifra inviable para una línea de productos en declive. Matthieu Aubron, CEO de Michelin México, fue claro: "No es un retroceso, sino un reenfoque hacia donde el mercado crece".
El anuncio podría haber generado caos, pero Michelin y el gobierno de Querétaro diseñaron un modelo de transición que podría convertirse en caso de estudio:
Michelin mantendrá en Querétaro:
Como afirmó Marco Antonio Del Prete, Secretario de Desarrollo Sustentable: "Que conserven su cerebro operativo aquí demuestra que Querétaro exporta talento, no solo espacios fabriles".
La planta de Michelin ocupa 12 hectáreas en el Parque Industrial Benito Juárez, una zona saturada al 98%. Su cierre libera un activo estratégico. Aquí, la visión del gobierno estatal es audaz:
La meta: convertir el sitio en un showroom de la economía circular automotriz, atrayendo inversiones de EUR 300 millones en 5 años (fuente: Sedesu).
El caso Michelin-Querétaro revela tres tendencias irreversibles en la automotriz mundial:
El cierre de plantas ha dejado ciudades fantasma. Pero Querétaro es distinto. La decisión de Michelin no es una derrota, sino un cambio de capítulo en una relación que perdura.
A los trabajadores: Su expertise en procesos de vulcanización o control de calidad es invaluable para industrias como la aeronáutica (Safran en Querétaro busca 120 técnicos). El IQEI ya tiene programas de reconversión en hidrógeno verde, un campo con futuro.
A Michelin: Al conservar su sede, envía un mensaje poderoso. México no es solo manos; es cerebros. Su centro de servicios puede convertirse en el piloto de su meta "100% sostenible para 2050", usando datos para reducir residuos.
A Querétaro: Este es su momento para brillar como hub de innovación automotriz. El espacio de Michelin debe convertirse en un imán para empresas que piensen en llantas autoinflables o carreteras que recarguen vehículos.
El cierre duele, pero no define. Como el caucho que se moldea al calor, Querétaro y Michelin demuestran que en la industria automotriz del siglo XXI, reinventarse no es opción, es supervivencia elegante.
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