El retorno del Ford Fiesta, una alianza estratégica con Renault que redefine el futuro de Ford

El retorno del Ford Fiesta, una alianza estratégica con Renault que redefine el futuro de Ford

La industria automotriz global experimenta una de sus transformaciones más radicales, impulsada por la electrificación y la necesidad de optimizar costos de desarrollo. En este contexto de cambio acelerado, una noticia ha resonado con particular fuerza, marcando un giro estratégico inesperado para una de las marcas más icónicas de Estados Unidos: el posible regreso del Ford Fiesta. Este icónico subcompacto, cuya producción cesó como parte de la estrategia de Ford de enfocarse casi exclusivamente en camionetas y SUVs, renacerá de una forma que nadie anticipó: mediante una colaboración directa con el gigante francés Renault.

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La decisión de Ford de descontinuar la mayoría de sus vehículos tradicionales, dejando al Ford Mustang como el único automóvil convencional en su catálogo, fue una apuesta arriesgada que ahora parece estar siendo revisada. La estrategia de concentrar todos los esfuerzos en el segmento de los SUVs y pick-ups no ha rendido los frutos esperados en todos los mercados, dejando un vacío significativo en la oferta de vehículos más compactos y accesibles. Este hueco de mercado, donde los clientes buscan alternativas más modestas y de menor costo que los voluminosos utilitarios deportivos, ha obligado a Ford a adaptarse con una notable rapidez a las adversidades del panorama comercial.

Este proceso de adaptación se materializa en una asociación estratégica con Renault, la cual contempla el lanzamiento de al menos dos vehículos de propulsión totalmente eléctrica. El corazón de esta colaboración reside en la utilización de la plataforma Ampere del fabricante francés. Esta arquitectura será la base de los nuevos modelos de Ford, lo que implica que estos futuros vehículos compartirán una profunda similitud técnica con las actuales y esperadas generaciones de los modelos Renault 5 y Renault 4, vehículos que, curiosamente, no forman parte de la oferta actual de Ford en el continente americano.

El primer fruto de esta sorprendente alianza será un subcompacto de propulsión eléctrica, el sucesor espiritual, si no nominal, del Fiesta. La firma del óvalo azul ha asegurado que sus equipos de diseño trabajarán intensamente en este vehículo, lo que sugiere un esfuerzo por dotarlo de una identidad de diseño específica que lo distinga claramente de su contraparte francesa, el Renault 5. Además de los cambios estéticos, se espera que Ford realice una puesta a punto mecánica y de software ajustada a las preferencias de sus clientes tradicionales, buscando inyectar el característico "ADN Ford" en la dinámica de conducción del subcompacto.

A pesar de los esfuerzos de diferenciación en diseño y calibración, las entrañas de ambos vehículos serán esencialmente las mismas. La plataforma compartida implica que el futuro subcompacto eléctrico de Ford y el Renault 5 compartirán el mismo tren motriz, incluyendo opciones de baterías de 40 kWh o 52 kWh y el motor eléctrico ubicado en el eje frontal. Además, para maximizar la eficiencia en costos y producción, ambos vehículos serán fabricados conjuntamente en la instalación de Renault conocida como ElectriCity, ubicada en Francia. El inicio de la producción de estos modelos eléctricos está programado para el año 2028.

El acuerdo con Renault no se limita únicamente al segmento de los subcompactos. La colaboración también incluye el desarrollo de un SUV de entrada, también impulsado por un tren motriz eléctrico. Toda la información disponible en este momento apunta a que este nuevo modelo de utilitario deportivo será técnicamente muy similar al renovado Renault 4, que ha sido reimaginado como un SUV subcompacto en su última iteración. Aunque la información sobre este segundo modelo es todavía escasa y se mantiene bajo reserva, su materialización podría posicionarlo como el sucesor directo del actual Ford Puma en ciertos mercados.

La magnitud de esta colaboración estratégica entre Ford y Renault se amplía aún más. Las dos compañías han formalizado una carta de intenciones para expandir su acuerdo inicial, con un enfoque en el desarrollo y la manufactura conjunta de una nueva línea de vehículos comerciales pequeños. Existe una alta probabilidad de que esta extensión del acuerdo se traduzca en las próximas generaciones de modelos icónicos en sus respectivos catálogos de vehículos de trabajo, específicamente la Renault Kangoo y la Ford Courier, buscando economías de escala en este vital segmento del mercado europeo.

Curiosamente, esta nueva alianza con Renault para la plataforma Ampere no es un caso aislado de Ford utilizando arquitecturas de otros fabricantes. En el mercado europeo, Ford ya ofrece la Explorer EV (un modelo que no se comercializa en América) que, en esencia, es una versión renombrada y rediseñada del Volkswagen ID.4, aprovechando la plataforma MEB del grupo alemán. Este precedente hace que la decisión de Ford de recurrir a Renault en lugar de profundizar su ya existente alianza con Volkswagen para estos nuevos modelos eléctricos más compactos sea un punto de análisis y debate en la industria.

No se ha divulgado públicamente por qué Ford decidió no aprovechar la plataforma MEB de Volkswagen para desarrollar estos nuevos vehículos subcompactos y crossovers eléctricos, especialmente cuando la arquitectura alemana ya ha demostrado ser versátil y cuando el futuro VW ID. Polo se perfila como un rival directo del Renault 5 en el mismo segmento de mercado. Esta decisión sugiere que los términos económicos, la velocidad de desarrollo o la adaptación técnica de la plataforma Ampere de Renault se alinearon mejor con las necesidades y los tiempos de Ford para la introducción de estos nuevos modelos de volumen.

La adopción de arquitecturas externas, como la plataforma Ampere, permite a Ford acelerar dramáticamente su transición hacia la movilidad eléctrica, un campo donde necesita recuperar terreno rápidamente, al mismo tiempo que mitiga los enormes costos asociados al desarrollo de plataformas completamente nuevas. El resurgimiento del Ford Fiesta, bajo el capó de Renault, simboliza más que el regreso de un nombre; es el testimonio de cómo la colaboración entre competidores se ha convertido en una herramienta esencial para la supervivencia y la innovación en la nueva era de la industria automotriz, priorizando la eficiencia sobre la independencia total. Este movimiento demuestra una flexibilidad estratégica clave para Ford, que busca restablecer su posición en el segmento de vehículos accesibles y eléctricos en mercados clave.

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