¿El próximo Honda Civic no se fabricará en México? Esto es lo que sabemos.

¿El próximo Honda Civic no se fabricará en México? Esto es lo que sabemos.

La industria automotriz global enfrenta un panorama cada vez más complejo, marcado por tensiones geopolíticas, cambios en las políticas comerciales y la necesidad de adaptación constante. En este escenario, la posible decisión de Honda de no fabricar la próxima generación del Civic Híbrido en México y trasladar su producción a Indiana, Estados Unidos destaca como un caso emblemático de cómo las empresas están reconfigurando sus estrategias para navegar en aguas turbulentas. El fantasma de los aranceles del 25% propuestos por Donald Trump a los bienes fabricados en México, y exportados a Estados Unidos, ha impulsado a la automotriz japonesa a priorizar la certeza financiera sobre la eficiencia de costos. Este movimiento no solo refleja los desafíos actuales de la manufactura global, sino que también plantea preguntas sobre el futuro de la integración productiva en Norteamérica.

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El Impacto de los aranceles en la toma de decisiones corporativas

La amenaza de aranceles del 25% sobre vehículos fabricados en México ha creado una capa adicional de riesgo financiero para las automotrices. Para Honda, cuyas operaciones en México representan el 80% de sus exportaciones hacia Estados Unidos, su segundo mercado más importante después de China, este escenario implica un aumento potencial en costos que podría erosionar márgenes de ganancia y afectar la competitividad de precios.

Originalmente, la producción del Civic Híbrido estaba programada para comenzar en Guanajuato en noviembre de 2027. Sin embargo, la incertidumbre sobre si los aranceles se materializarán o persistirán hasta 2028, está llevando a la compañía a reevaluar sus planes. Trasladar la producción a Indiana, donde ya fabrica la versión hatchback del Civic, no sólo mitiga el riesgo arancelario, sino que simplifica la logística y aprovecha capacidades instaladas. Con un volumen estimado de 210,000 unidades anuales, esta posible decisión asegura que Honda mantenga un flujo estable hacia un mercado clave sin sobresaltos fiscales.

Este caso subraya un dilema central para las automotrices: ¿Cómo equilibrar los beneficios de manufacturar en países con costos bajos frente a la volatilidad política? La respuesta, al menos para Honda, parece inclinarse hacia la estabilidad, incluso si eso implica asumir costos operativos más altos en el corto plazo.

La reconfiguración de las cadenas de suministro: ¿Hacia el "Nearshoring"?

La decisión de Honda se enmarca en una tendencia creciente: el "nearshoring" o relocalización de producción cerca de los mercados finales. Este enfoque, acelerado por la pandemia y las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, busca reducir la dependencia de cadenas globales extensas y vulnerables.

México ha sido históricamente un hub estratégico para este modelo, gracias a su proximidad geográfica con Estados Unidos, costos laborales competitivos y una red de tratados comerciales. No obstante, la amenaza de aranceles altera esta ecuación. Para Honda, fabricar en Indiana elimina la exposición a posibles impuestos, reduce tiempos de entrega y alinea la producción con incentivos locales, como los vinculados a la fabricación de vehículos híbridos o eléctricos.

Además, este movimiento podría inspirar a otras empresas a seguir. Si más automotrices trasladan operaciones a Estados Unidos, México enfrentaría un desafío existencial: reinventar su valor agregado más allá de los bajos salarios. La apuesta debería incluir innovación en tecnologías limpias, capacitación especializada y fortalecimiento de proveedurías locales para retener inversiones.

Competitividad en el mercado Estadounidense: Un juego de supervivencia

El Civic no es solo un modelo emblemático para Honda; es un pilar de sus ventas en Estados Unidos. En 2024, se comercializaron más de 240,000 unidades, un 21% más que en 2023, consolidándose como el segundo vehículo más vendido de la marca, sólo detrás de la CR-V. Mantener esta posición requiere no solo calidad y diseño, sino también precios accesibles y disponibilidad inmediata.

Un arancel del 25% encarecería cada Civic Híbrido fabricado en México en miles de dólares, un golpe directo a su competitividad frente a rivales como el Toyota Corolla Hybrid o el Hyundai Elantra, que ya se fabrican en Estados Unidos. Al trasladar la producción a Indiana, Honda evita transferir estos costos a los consumidores, preservando su cuota de mercado en un segmento hipercompetitivo.

Este enfoque también refleja una estrategia de largo plazo: alinear la producción con las expectativas regulatorias y de consumo. Estados Unidos avanza hacia una electrificación gradual, y tener plantas locales facilita ajustes rápidos a cambios en la demanda o políticas medioambientales.

México en la encrucijada: ¿Pérdida de atractivo u oportunidad para reinventarse?

La posible salida de Honda aunque parcial de México plantea interrogantes sobre el futuro del país como potencia automotriz. Actualmente, el 40% de los vehículos que Honda vende en Estados Unidos provienen de México y Canadá. Si bien la compañía mantendrá otras líneas de producción en territorio mexicano, esta decisión podría ser un precedente para otras firmas que evalúan riesgos similares.

México ha construido su éxito en la industria sobre ventajas comparativas: mano de obra calificada y costos operativos menores que los de Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo donde la incertidumbre comercial es la norma, estos factores ya no son suficientes. El país necesita escalar en la cadena de valor, promoviendo la manufactura de componentes tecnológicos, baterías para vehículos eléctricos o sistemas de automatización.

Además, el gobierno mexicano podría verse presionado a negociar garantías comerciales con Estados Unidos. La integración del T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) ofrece un marco, pero no inmunidad contra medidas unilaterales como los aranceles. Una diplomacia económica proactiva será clave para evitar un éxodo de inversiones.

La adaptabilidad como clave en la era de la incertidumbre

La posible decisión de Honda de reubicar la producción del Civic Híbrido en Indiana es más que un ajuste logístico: es un reflejo de cómo las empresas deben navegar en un entorno donde las reglas del juego cambian con rapidez. La amenaza de aranceles, sumada a la transición hacia vehículos más limpios y las expectativas de los consumidores, obliga a las automotrices a ser ágiles, incluso a costa de planes preestablecidos.

Para México, este episodio es una llamada de atención. Su modelo económico, basado en exportaciones manufactureras, debe evolucionar hacia una mayor diversificación y sofisticación tecnológica. Mientras tanto, Estados Unidos refuerza su posición como destino preferente para inversiones que priorizan la seguridad comercial sobre el ahorro inmediato.

En última instancia, el caso del Civic Híbrido enseña que, en la industria automotriz y en los negocios en general, la supervivencia depende de la capacidad para anticipar riesgos, reinterpretar estrategias y, sobre todo, mantener la flexibilidad ante un futuro cada vez menos predecible.

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