El mundo se encuentra en una encrucijada energética, buscando activamente alternativas sostenibles que no sólo reduzcan drásticamente las emisiones, sino que también ofrezcan una solución viable y cómoda para el consumidor de a pie. En este panorama, el hidrógeno emerge como un pilar estratégico, y la visión de dos potencias automotrices clave, Corea del Sur y Japón, está marcando el ritmo de esta revolución. Lejos de ser un concepto futurista, la propulsión con hidrógeno ya es una realidad que promete redefinir nuestra forma de conducir.

Corea y Japón no solo están invirtiendo en esta tecnología, sino que la están promoviendo activamente como una solución energética integral y un estándar de movilidad limpia. Empresas como Hyundai Motor Group recalcan la importancia del hidrógeno como una "piedra angular" para un futuro energético "limpio y resiliente". Este compromiso se tradujo en una participación activa en foros de alto nivel como la Reunión Ministerial sobre Combustibles Sustentables en Osaka, Japón, donde se enfatizó la necesidad de una colaboración global y marcos regulatorios consistentes para escalar los ecosistemas del hidrógeno.
Para el consumidor, esta visión estratégica se traduce en una promesa de movilidad con cero emisiones y beneficios de uso que incluso superan a los actuales vehículos eléctricos de batería. Es una tecnología con el potencial de ofrecer la comodidad y autonomía que los conductores han llegado a esperar, pero con un impacto ambiental mínimo.
Un vehículo de pila de combustible de hidrógeno (FCEV - Fuel Cell Electric Vehicle) funciona de manera elegante y limpia. No quema el hidrógeno, sino que lo utiliza en una pila de combustible para generar electricidad. El hidrógeno (H2), almacenado en tanques a alta presión, reacciona con el oxígeno del aire (O2) dentro de la pila para producir electricidad, que alimenta el motor, y agua (H2O), que es la única emisión por el tubo de escape, en forma de vapor de agua.
Esta mecánica ofrece al consumidor final varias ventajas decisivas frente a los vehículos eléctricos de batería (BEV) y, por supuesto, a los de combustión interna:
Una de las barreras más grandes para la adopción masiva de vehículos eléctricos es el tiempo de recarga. Si bien la carga doméstica es conveniente, los viajes largos requieren paradas que pueden durar 30 minutos o más. Aquí, el hidrógeno brilla: repostar un FCEV es un proceso que dura tan solo 3 a 5 minutos, un tiempo comparable al de llenar un tanque de gasolina o diésel. Esta simplicidad y rapidez eliminan la "ansiedad de la recarga" y facilitan el uso del vehículo en el día a día, sin modificar significativamente las rutinas del conductor.
Los modelos actuales de FCEV, como el Toyota Mirai, a menudo ofrecen una mayor autonomía con una sola carga que muchos vehículos eléctricos de batería. Algunos modelos alcanzan hasta 650 km con un único repostaje de hidrógeno. Esta capacidad los hace particularmente atractivos para aquellos que regularmente realizan viajes largos.
Como su único subproducto es el vapor de agua, los FCEV son vehículos de cero emisiones en su funcionamiento. Contribuyen directamente a la mejora de la calidad del aire en las ciudades y al cumplimiento de los ambiciosos objetivos de descarbonización global. Al igual que los BEV, son extremadamente silenciosos y ofrecen un mantenimiento del motor mínimo y más sencillo comparado con los motores de combustión tradicionales.
La apuesta por el hidrógeno no es solo tecnológica; es una visión de infraestructura y política energética que Corea del Sur y Japón están liderando a nivel mundial. Ambos países han reconocido que la viabilidad para el consumidor final depende de una red de repostaje robusta y accesible.
Ambas naciones están invirtiendo fuertemente en la construcción de extensas redes de hidrogeneras. Japón, en particular, se ha enfocado en desarrollar una red significativa, dando servicio a flotas comerciales como un primer paso clave para la masificación. Corea del Sur, por su parte, se ha propuesto ambiciosos objetivos, con planes para impulsar alrededor de 2,000 instalaciones de repostaje de hidrógeno para el 2050 y alcanzar 5.3 millones de vehículos impulsados por esta tecnología. Hyundai, el gigante automotriz coreano, está activamente invirtiendo en el desarrollo de estas infraestructuras y ampliando sus aplicaciones más allá de los turismos, incluyendo vehículos comerciales y transporte público, para impulsar el crecimiento del mercado y posicionarse como un actor clave en la economía del hidrógeno.
El apoyo gubernamental en estos países es crucial. Las políticas e incentivos están diseñados para fomentar la adopción y asegurar la viabilidad del transporte impulsado por hidrógeno. Además, su liderazgo en la estandarización del combustible es vital para construir una cadena de suministro global costo-eficiente, lo que eventualmente reducirá los precios al consumidor.
Corea del Sur, por ejemplo, está aplicando una hoja de ruta del hidrógeno basada en una fuerte inversión en investigación y desarrollo (I+D), buscando soluciones que aprovechen al máximo las ventajas del hidrógeno, como su versatilidad para descarbonizar incluso sectores difíciles. Japón, con su propia estrategia, explora tecnologías como el "hidrógeno rojo" (producido con energía nuclear) para asegurar un suministro escalable y reducir los costos de repostaje.
Actualmente, los vehículos de hidrógeno tienden a tener un precio de compra más elevado que sus contrapartes eléctricas de batería. La compleja tecnología de la pila de combustible es costosa, aunque se espera que los avances tecnológicos y la producción a gran escala hagan que esta tecnología sea más asequible en los próximos años.
Fuera de nichos geográficos como Corea del Sur, Japón y algunas partes de California en EE. UU., la infraestructura de repostaje de hidrógeno es todavía muy limitada. A diferencia de la red de carga eléctrica, que está en constante expansión, la escasez de hidrogeneras es el principal obstáculo para el consumidor en la mayoría de los mercados.
El potencial de cero emisiones de un FCEV depende de cómo se produce el hidrógeno. Hoy en día, la mayor parte del hidrógeno global se produce a partir de combustibles fósiles (hidrógeno gris), lo que genera emisiones de carbono en su producción. La clave es migrar a la producción de "hidrógeno verde", obtenido mediante electrólisis alimentada con energías renovables.
En la transición energética global, no parece haber una única bala de plata. Los expertos sugieren que el futuro de la movilidad será dual, donde los vehículos eléctricos de batería y los vehículos de pila de combustible de hidrógeno coexisten, cada uno dominando diferentes segmentos de uso.
Vehículo Eléctrico de Batería (BEV): Es actualmente más ventajoso para vehículos ligeros, distancias cortas y medianas, y el uso urbano, beneficiado por una infraestructura de carga cada vez más ubicua y costos operativos generalmente más bajos.
Vehículo de Pila de Combustible de Hidrógeno (FCEV): Muestra ventajas claras en los segmentos donde el peso y la autonomía son críticos, como el transporte pesado (camiones, autobuses), el transporte marítimo, los trenes y los turismos para largas distancias. La densidad de energía del hidrógeno lo convierte en una opción superior para vehículos grandes o que requieren un repostaje rápido.
La fuerte promoción y la decidida inversión en infraestructura por parte de líderes como Corea y Japón, junto con el empuje de grandes fabricantes como Hyundai y Toyota, sugieren que el hidrógeno no es una moda pasajera. Es una alternativa de movilidad prometedora que resuelve los problemas de autonomía y tiempo de repostaje de los vehículos eléctricos. A medida que la colaboración global se acelere y se construyan ecosistemas de hidrógeno más costo-eficientes, el consumidor final podrá elegir un futuro de movilidad verdaderamente limpio, rápido y con un alcance extendido. El hidrógeno está en camino de ser una parte fundamental de la solución de descarbonización a nivel mundial.
Si quieres saber más sobre las diferencias clave entre estos dos tipos de vehículos, te recomiendo este video: Este video aborda las ventajas y desventajas de los vehículos de hidrógeno frente a los eléctricos de batería en términos de eficiencia y tiempo de recarga.
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